Ya han pasado dos meses desde que
Lucas comenzó la escuela y está feliz. Y nosotros también, porque lo
vemos a él disfrutando y aprendiendo cada día cosas nuevas. Hasta ahora no
podemos quejarnos de nada. Los maestros son muy buenos, el grupo de compañeros
también y algo que es muy importante, se respira una buena atmósfera en la
escuela.
Después de mucha búsqueda, al
final nos decidimos por la Joan Miró Grundschule - www.joan-miro-grundschule.de/ - una institución de las
llamadas Escuelas Europeas, donde las clases se imparten en español-alemán. La
primera de estas escuelas se creó en Luxemburgo, en octubre de 1953, por iniciativa
del propio personal de las instituciones comunitarias. Actualmente hay catorce
escuelas europeas en Alemania, Bélgica, España, Gran Bretaña, Holanda, Italia y Luxemburgo que educan a
unos 20.000 alumnos. La formación en la Escuela Europea culmina con el diploma
de Bachillerato Europeo, reconocido por todos los Estados Miembros de la Unión
Europea.
En Berlín hay dos de este tipo, una en Friedrichshain y otra en Charlottenburg, que es la Joan Miró.
Está muy cerca de nuestra casa y nos ofrece la oportunidad de que Lucas sigan
en contacto con su idioma materno, que es el español, y se alfabetice en él.
En el período de pre-selección
para entrar a la escuela, los niños deben realizar un test de idioma, donde se
evalúa el nivel que tiene en ambas lenguas. Dependiendo de eso, se separan los
grupos. Lucas pasó el examen de ambos idiomas y tuvimos la suerte de escoger
con cual quedarnos. Optamos por el español porque, como dije, queremos que se alfabetice
primero en su lengua materna. Aunque el alemán siempre está presente.
En el aula de mi hijo hay 25
niños, divididos en dos grupos: los que se educan en español y los que lo hacen
en alemán. Se separan en las horas dedicadas a las clases de lingüísticas. Pero
comparten espacios y actividades comunes como el recreo, el comedor, la
cantina, las excursiones y las actividades extraescolares. Matemáticas,
ciencias sociales y ética se imparten en alemán.
Hay dos maestros y dos tutores
por cada salón. En total son cuatro para los 25 niños, dos en español y dos en
alemán. Esto permite que el contacto continuo con ambos idiomas y con ambas
culturas. Uno de estos tutores pertenece a Escándalo, la asociación de padres
que funciona desde 1994 en la escuela. Escándalo busca reforzar y mejorar el
idioma español de los niños y organiza el cuidado de los pequeños durante
las tardes.
Las clases en la Joan Miró son de
8:30 de la mañana a 4:00 de la tarde y después existe la posibilidad de que los
niños hagan actividades extra escolares en la misma escuela hasta las 5:00 de
la tarde. A Lucas lo he inscrito en fútbol y música, ambas actividades las
imparten tutores de Escándalo.
Una de las cosas más bonitas de
esta escuela es la convivencia que hay entre alemanes y extranjeros. Los niños
se educan bajo el respeto hacia el otro y aprenden a convivir entre
diferencias. Hay un intercambio reciproco y constante entre culturas. En los
salones y en el patio del recreo se mezclan acentos y colores de distintas nacionalidades. Niños
españoles, alemanes, bolivianos, cubanos, daneses, venezolanos, mexicanos… todos están unidos por el idioma alemán y la ciudad que los está
viendo crecer, Berlín.
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