Cada año se hace más popular en Alemania –y en el
mundo- la fiesta de Halloween. Algunos dicen que fue importada a mediados de
los años noventa de los Estados Unidos. Sin embargo, el origen del día de
brujas parece estar más relacionado con este país que con el gigante del norte.
Cuenta la historia que "aproximadamente trescientos años antes del nacimiento de Cristo, los
Celtas vivieron en las Islas Británicas, Escandinavia, y Europa Occidental. Era
una sociedad como cualquiera de las de hoy, pero sus usos y costumbres fueron
controlados por sacerdotes paganos llamada los druidas. Ellos
adoraban y servían a Samhain, dios de la muerte. Cada año, el 31 de octubre,
los druidas celebraban la víspera del año nuevo céltico en honor de su dios
Samhain. Creían que esa noche los espíritus de los muertos regresaban a sus
antiguos hogares para visitar a los vivos. Y si los vivos no proveían comida a
esos espíritus malignos, toda clase de cosas terribles podrían ocurrirles. Si
los espíritus malignos no recibían un festín (treat), entonces ellos harían
travesuras malas a los vivos (trick)".
De ahí viene la costumbre de disfrazarse de esqueletos o
brujas este día e ir casa por casa pidiendo golosinas. El famoso Trick or Treat. Estados Unidos impuso la fiesta: el 31 de octubre se celebra en todo el país Halloween.
Una palabra que viene a ser una derivación de la expresión inglesa All
Hallow's Eve (Víspera del Día de los Santos). Ahora es parte de otros países
anglosajones, como Canadá, Irlanda y el Reino
Unido.
El 31 de octubre, los
alemanes también se unen a la fiesta de brujas. Es una fiesta
pagana, que por lo general, no celebran ni en las kitas ni en las escuelas
públicas. Los niños se disfrazan por la tarde, pasean por las calles de su
barrio y piden dulces a los vecinos.
Muchas familias preparan
la famosa calabaza. Y es que –casualidad o no- en octubre comienza la epóca de
las calabazas y todos los supermercados o mercados al aire libre las
venden. Le hacen caritas y las alumbran por dentro con velas.
Hay que estar preparados para ese día. Comprar chocolates, gomitas de osos, y caramelos. Debo decir que en los diez años que llevo en Alemania, sólo una vez me han tocado a la puerta. Y jamás hemos salido nosotros por la noche a tocar en otra casa. No lo celebramos, ni hacemos la calabaza. Pero a Lucas le divierte disfrazarse.