A Lucas le gusta el picante en
las comidas. O mejor dicho, él quiere que le guste el picante en las comidas.
Por eso pide que vayamos a restaurantes tailandeses o vietnamitas para comer
cualquier cosa distinta que le queme la lengua y le saque algunas lagrimas. Eso
si, siempre con una botella de agua mineral al lado para pasar el calorón.
Para Lucas, como para todos en
algún momento de nuestras vidas, los tailandeses y vietnamitas son chinos. Los
chinos preparan las mejores Spring-Rolls con salsa de chile agridulce que él ha
comido hasta ahora... y apenas tiene unos meses de haberlas conocido. Pero eso no
importa. Lo importante es que descubrió a los chinos y a su salsa picante.
Por qué los chinos son tan flacos, por qué los chinos no
levantan los pies cuándo caminan, por que los chinos se parecen, por qué la
comida china es picante... preguntas sencillas que ahora comienzan a revolotear
en el interés y la curioridad de Lucas. Poco importa lo que yo diga, todavía no
ha llegado una respuesta certera que le de tranquilidad. Y él sigue buscando. Así, mientras abre la
boca para masticar un Wanton con salsa roja y no terminar en la hoguera,
comienzan sus más variopintas invenciones.
--Mamá, ¿sabes por qué los chinos
comen picante?
--No, ¿por qué?
--Cuando los chinos comen picante
les da mucho calor y se ponen rojos. El calor comienza a subirles de la boca
hasta arriba de la cabeza. Y entonces allí, el calor explota y comienzan a
sudar. El agua les baja desde la cabeza hasta los pies, por todo el cuerpo y es como si los
limpiara. Les quita todo. Y no deja que engorden. Por eso los chinos comen
picante.
--Ah, ¿para no engordar?
--Si, para no engordar y para
estar limpios.
--Entiendo.
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