21 de septiembre de 2014

Lucas y el niño Jesús



En víspera de la llegada del niño Jesús, en casa sólo se habla de regalos y de la lista gigante de peticiones que hemos hecho para Navidad. Se generan nervios, emociones y muchas expectativas. Lucas trata de portarse lo mejor que puede, por aquello de que "los niños malos, no reciben nada". Y nosotros, los padres, zorros viejos y sabuesos experimentados, aprovechamos para presionar, "pórtate bien, acuérdate que el 24 llega el niño Jesús".


Así, aprovechándonos, presionando, esperando y pensando en el único tema importante del mes, Lucas explica su teoría del niño Jesús:


-- Mamá, si el niño Jesús te trae todo lo que pides, es muy bueno porque te trae todo... si te trae sólo una cosa de todas las que pides, entonces está bien porque algo te trae... pero si el niño Jesús no te trae nada de lo que pides...

-- Es porque seguramente te portaste mal.

-- No. Si el niño Jesús no te trae nada
de lo que pides, entonces no creas en eso, es pura mentira. El niño Jesús no existe.

19 de septiembre de 2014

Lucas, el picante y los chinos



A Lucas le gusta el picante en las comidas. O mejor dicho, él quiere que le guste el picante en las comidas. Por eso pide que vayamos a restaurantes tailandeses o vietnamitas para comer cualquier cosa distinta que le queme la lengua y le saque algunas lagrimas. Eso si, siempre con una botella de agua mineral al lado para pasar el calorón.

Para Lucas, como para todos en algún momento de nuestras vidas, los tailandeses y vietnamitas son chinos. Los chinos preparan las mejores Spring-Rolls con salsa de chile agridulce que él ha comido hasta ahora... y apenas tiene unos meses de haberlas conocido. Pero eso no importa. Lo importante es que descubrió a los chinos y a su salsa picante.

Por qué los chinos son tan flacos, por qué los chinos no levantan los pies cuándo caminan, por que los chinos se parecen, por qué la comida china es picante... preguntas sencillas que ahora comienzan a revolotear en el interés y la curioridad de Lucas. Poco importa lo que yo diga, todavía no ha llegado una respuesta certera que le de tranquilidad. Y él sigue buscando. Así, mientras abre la boca para masticar un Wanton con salsa roja y no terminar en la hoguera, comienzan sus más variopintas invenciones.

--Mamá, ¿sabes por qué los chinos comen picante?

--No, ¿por qué?

--Cuando los chinos comen picante les da mucho calor y se ponen rojos. El calor comienza a subirles de la boca hasta arriba de la cabeza. Y entonces allí, el calor explota y comienzan a sudar. El agua les baja desde la cabeza hasta los pies, por todo el cuerpo y es como si los limpiara. Les quita todo. Y no deja que engorden. Por eso los chinos comen picante.

--Ah, ¿para no engordar?

--Si, para no engordar y para estar limpios.

--Entiendo. 

10 de septiembre de 2014

Lucas y las cachapas


Mi niño chiquito tiene paladar venezolano. Le encanta comer todo lo que venga de mi tierra.  Desde pequeñito no ha hecho otra cosa que ver salchichas y kartoffelpuffer, pero él da la vida por una arepita caliente. 

El alma y el cuerpo entero se me llena de orgullo. No me canso de decir que es un niño venezolano de verdad. Aunque claro, para ser honesta debo confesar que a veces se le confunden los nombres y los sabores.


No hay forma de llamar a las cachapas, cachapas ni a los tequeños, tequeños. Por más que insista, esos nombres no logran quedarse en su cabecita.

Esta fue la conversación de la otra noche:

-¿Lucas, qué quieres comer esta noche?

-Hallacas, mami.

-¿Hallacas? ¿Cómo qué hallacas? Tú jamás has comido hallacas. 

-Si, claro que si.  El otro día tú hiciste hallacas.

-No, Luc. Imposible. Las hallacas no se hacen de un momento a otro. Las hallacas necesitan mucho tiempo para prepararlas y cocinarlas. 

-No te creo. El otro día tú hiciste hallacas y no tardaron mucho en estar listas. A mi me encantaron. Yo quiero hallacas para la cena, mamá.

-Lucas mi chiquito, créeme, tú jamás has comido hallacas. Tú ni siquiera sabes cómo son las hallacas.

-Que sí mamá. Yo se como son y las he comido.

-A ver, dime cómo son las hallacas.

-Las hallacas son redonditas como una panqueca… se le pone mantequilla por encima y queso… y se comen calientitas…

-Ah, esas no son hallacas… esas son cachapas!

-Bueno eso, yo quiero hallacas.

-Cachapas!

Y así, comenzamos todo de nuevo.