No hay nada que produzca tanta
gracia en Caracas como las historias de los cumpleaños de los niños en Berlín.
Cada vez que me preguntan cómo son y qué se hace en un cumpleaños aquí, tengo
que repetir el cuento varias veces porque no lo pueden creer. Y es que lo que
pareciera ser algo celebrado universalmente -una torta, velitas y regalos-
resulta muy diferente entre estos dos países.
Antes en Venezuela era todo muy
distinto. Recuerdo que eramos felices corriendo en el jardín, jugando la ere o
al lobo. Pero desde hace un tiempo acá, todo ha cambiado. Ahora las fiestas pasan de 40 invitados
-aunque el cumpleañero apenas cumpla los dos años. Las piñatas del tamaño de
papá pasaron a un segundo plano. Hay tantas cosas que hacer en un cumpelaños,
que los niños no tienen tiempo ni siquiera para ver la piñata. Animadoras,
payasos, castillos inflables, personajes de Disney en "carne y
hueso", carritos de perrocalientes, helados, refrescos, cotufas. Y ni
hablar de la mesa de la torta, de tres pisos y super adornada. Ese es un
espectáculo aparte.
Todo lo que quepa y lo que no en
un jardín o sala de fiesta de 70 metros cuadrados o más está permitido.
Incluyendo las actividades para los padres. Hay pasapalos, rifas y por
supuesto, bebidas alcohólicas para los mayores. Ellos, o mejor dicho, ellas
-que siguen siendo las más asiduas acompañantes de los infantes- siempre están
perfectamente arregladas, con uñas de peluquería, pelo super alisado y tacones…
sí, tacones para la piñata, porque al fin y al cabo qué más da, son las niñeras
las que van a corretear en el jardín y no ellas.
Así, entre una y otra cosa, la
fiesta de cumpleaños de los niños venezolanos se puede extender hasta las 2 de
la mañana. Cada vez hay más cosas y más ideas para superar la fiesta anterior.
Llevando a las mamás a organizar cosas que rayan en lo abusrdo. Muchas niñas de
tres años celebran en el Spa. Cambian la piñata y el Ale Limón, por la manicure
y los masajes.
Precisamente por eso, los
cumpleaños alemanes dan risa en Caracas. Pareciera que aquí el tiempo no pasa.
Las fiestas de los niños siguen celebrándose al estilo tradicional: en casa,
con una pequeña torta y los mejores amigos - uno por cada año cumplido. Es
decir, si cumples tres, invitas a tres; si cumples cinco, invitas a cinco y
así. Los de aquí, del primer mundo, no conocen de castillos inflables ni de
personajes de disney en las fiestas.
El encuentro al estilo teutón
comienza a las 3 de la tarde. A la hora que aquí se acostumbra a merendar.
Cuando los niños llegan se reunen alrededor del cumpleañero y se abren los
regalos, que por cierto, siempre son pequeños detalles. La super caja que pasa
de los 20 euros no está bien vista. Después, todos los niños se sientan en la
mesa, cantan el cumpleaños feliz y se pica la torta. Un pastel que orgullosamente
mamá horneó en la mañana y que se acompaña con jugo de manzana. Nadie pide ni
le hace falta el vaso de refresco.
Después de la merienda comienzan
los juegos. Los papás del cumpleañero se encargan de divertir a los pequeños:
organizan la búsqueda del tesoro, el juego de la silla, la competencia del
baile. Puede haber un teatro de marionetas y si es verano, bajan al parque a
jugar durante una o dos horas.
Los papás no están invitados. No
hay animadoras, ni payasitas, ni mucho menos obras de arte, como las mesas de
los postres. A las seis de la tarde, se organiza una pequeña cena de pizzas,
panecillos y verduras. Sí, verduras. Un poco de pimentón rojo, pepinos y
tomates para compensar las golosinas y servir algo que alimente. A más tardar a
las 6:30 comienzan a irse los niños y entonces todo ha terminado. La pequeña
bolsita de recuerdo no falta, unas chucherias y un pequeño detalle para dar las
gracias.
Hasta ahora no he visto ni un
solo niño con problemas psicológicos aquí en Alemania por celebrar su
cumpleaños de esta manera. Al contrario, a todos les encanta. El cumpleaños del
amigo es para compartir con el amigo y no con la niñera que lo lleva de la mano
o con una mascarilla de pepinos sobre el rostro para eliminar el stress de los
tres años.
La verdad, es que yo prefiero que
en Caracas se sigan riendo de esto a soportar tardes enteras sentada en la mesa
escuchando los mismos temas: "Maria Corina no me quiere dejar el
pañal", "Diego ya camina y el tuyo?", "este fin de semana
me fui con mi marido a Miami…
espectácular". No
gracias. Mi hijo y yo pasamos.
Me encantó Silvia. No sabía cómo se festejaba en Alemania, me parece buenísimo, sobrio, más natural. Gracias, Mónica E. López
ResponderBorrarMónica, me alegro que te guste. Gracias por leerlo y comentarlo!
ResponderBorrarMe parece fantastica la forma alemana y la de nuestra Venezuela de antano. En mi casa era torta de pina volteada y como la recuerdo. Aca , si hace buen tiempo te vas al parquet y haces unos perros calientes, mas la torta, los juguitos y a jugar todo el mundo. No hay nineras, ni mesa de postres, ni menos aun tacones.
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