4 de abril de 2014

Un hermano mayor





-Mamá, yo quiero tener un hermano grande, más grande que yo. Que me lleve a jugar fútbol, que me enseñe nuevos pases, que me acompañe y me busque en la escuela, que duerma en mi cuarto y veamos juntos Star Wars. Si tengo un hermano grande, tú pudieras salir con papá al cine y dejarnos solos.

Así comenzó nuestra conversación de anoche. Lucas quiere tener un hermano. Pero no un hermano cualquiera, él quiere que sea un hermano mayor. Los pequeños le resultan fastidiosos, “dañan los juguetes“ y “se meten donde no deben“. Razones tiene muchas y todas las fue sacando una a una de esa cabecita que a veces parece un sombrero de mago. Sorprende, explica, argumenta e intenta convencer, aunque a veces le resulte difícil.

-Los hermanos mayores no siempre quieren jugar con los pequeños –dije. Los pequeños estorban. Estorbar es sinonimo de molestar, de meterse donde no deben. Si tienes un hermano, tú serás el pequeño y entonces seguramente molestaras.

-Yo no seré el pequeño, mamá. Ya yo estoy grande. Si mi hermano es mayor, yo también seré grande y no habrá problemas.

-Tú eres grande Lucas, pero al lado de él, siempre serás más pequeño.

-Yo fuí la más pequeña de mi casa. Tuve seis hermanos y nunca tuve la necesidad de tener un hermano mayor. A mi me los regalaron sin pedirlos. A los 7 u 8 años, quizás hasta más, me hubiera gustado tener una hermana-compañera, una hermana-confidente o un hermano-amigo para salir juntos, para que me presentara a sus amigos, para contarle de mis aventuras, para que me llevara al cine de siete. Pero nunca tuve eso. Siempre tuve hermanos mayores. Hermanos mayores que se fastidiaban de mi o querían desaparecerme porque les dañaba sus cosas. A veces tenían que cuidarme o salir conmigo en lugar de salir con sus amigos. Muchos de ellos ni siquiera me conocieron cuando era pequeña, aunque vivíamos en la misma casa. No jugué con ellos nada, ni me enseñaron a bailar, ni a cargar muñecas. Eran mucho, mucho más grandes que yo. Entonces Lucas, tener un hermano mayor no es tan maravilloso como crees.

-Mamá, pero yo quiero tener un hermano mayor. Seguro que mi hermano mayor sí va a querer jugar conmigo, porque yo soy grande. Porque ya se jugar al fútbol y veo pelis sin dormirme. Yo no le dañaré sus cosas. Además, ya se leer y cuando él no pueda dormir, yo le leeré un cuento.

Entendí que el asunto se había convertido en un deseo verdadero y no valía de nada todo lo que dijera para tratar de aminorar las ganas de tener un hermano mayor. Así es que –cansada y con ganas de irme a dormir- saqué mi mejor carta de adulto, el As que podría vencer todo argumento.

-Lucas, cuando uno es el primer hijo de su mamá y de su papá es imposible tener un hermano mayor. Mamá y papá ya no pueden hacer un hermano mayor para ti. Tú eres el primero. Si tienes otro hermano de papá y mamá, siempre será menor.

Silencio profundo. Mirada clavada en el techo blanco de la habitación. Cara de “dejáme pensar cómo resolvemos esto“. Hasta que llegó la frase que terminó la noche:

-Mamá, si eso es así... entonces, ¿por qué no me compras un hermano mayor ?

3 comentarios:

  1. Bravo Lucas una super respuesta... y ahora qué???

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  2. Demasiado bello Lucas....

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  3. Anónimo9:04 a.m.

    que lindo articulo, me gustan los pensamientos de lucas

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